martes, 19 de marzo de 2013

Llamadas anónimas

Me voy a dormir no sin antes decirte que me quedé con ganas de escucharte. Pero no importa Vida, apenas tengo 21 años. Me quedan más de 50 para pensar en ti.

lunes, 11 de marzo de 2013

Jueves



Los relojes marcan las 7:36 de la mañana y el calendario el 11 de marzo de 2004. El reloj sigue avanzando y el infierno ferroviario se extiende 4 minutos. Son las 7:40: fueron 10 explosiones; son 191 muertos y alrededor de 1500 heridos. Las vías del sistema ferroviario de Madrid han callado: han cedido al sonido de los gritos.


Era jueves.

viernes, 8 de marzo de 2013

Reencuentro con el dorgadicto de C.U

El drogo del que me enamoré un caluroso Octubre de 2010 volvió. Esta vez en forma de música.

Se sentó junto a mí en el pasto del CNA, sin darse cuenta, mientras escuchábamos un concierto de Jazz. Todavía usa el saco rojo y sus lentes oscuros con los que lo conocí. Todavía tiene ese aroma tan agradable y esos ojos grandes y profundos que piden que lo recuerdes toda tu vida.

Sonaba el saxofón y el contrabajo. Una melodía rítmica hacía que moviera su pie al compás de la batería. Pensaba si tenía que hablarle, o si recordaría al menos quién era yo. Todavía se droga. Ya no fuma mota en manzanas, ahora lo hace en pipa.

La música de Teun Verbruggen, sus manos de pianista; el saxofón, sus ojos; el ritmo de la guitarra, sus pies marcando el ritmo; el contrabajo, su boca aspirando humo, la batería, su boca...


Disculpa, tus ojos me parecen conocidos...
Hola Edu.
(...)


Si amas a alguien, déjalo ir. Si regresa es tuyo, si además recuerda tus ojos, bésalo.

domingo, 6 de enero de 2013

Quiero hacerte un blog

Cada vez que me llamas para saber cómo estoy, quiero escribir de ti para que todos sepan que me llamaste para saber cómo estoy. Cada vez que me mandas una foto tuya despeinado, quiero escribir de ti y de lo mucho que me gusta cómo te ves al final del día, después de tu trabajo, cuando llegas a casa. Cada vez que hablas conmigo hasta las 4 de la mañana, quiero escribir de ti, de tus ojeras y tus pómulos, de las letras que me escribes, de tu voz de niño aunque ya seas un adulto, de tu desvelo y de que mañana seguro ocuparás tu hora de comer para dormir un rato en tu escritorio. Cada vez que tocas el piano y me llamas para que escuche tus melodías, quiero escribir de ti y de tu talento. Cada vez que me hablas de robots o sistemas computacionales, quiero escribir de ti y de tu pasión por la ciencia ficción, de tu inteligencia y tu genio. Cada vez que me hablas sobre tu infancia y tu vida, de tu cuarto frío con cortinas oscuras, de tu casa vacía, quiero escribir de ti y hacerte un cuento donde tengas una casa con chimenea y grandes ventanas, con cortinas delgadas para que entre el sol. Cada vez que miro tus ojos, quiero escribir de mí y hacerme una vida contigo.

Para escribirte todo esto que quiero, lo que viene y lo demás, tendría que hacerte un blog.

Mejor no escribo, mejor te vivo. Así.