jueves, 28 de julio de 2011

Dove sei?


Ayer te tuve, pero hoy no.
Y senti que el mundo no giraba, y senti que la vida se iba lento.
Como si los relojes se detuvieran, como negándose a seguir su curso sin ti.

Y los árboles dejaron de crecer, y las aves te buscaban en el cielo.
Y quise salir a buscarte, pero ¿qué tal si tú también me buscabas y no nos encontrábamos?

No pude caminar, tampoco pude sentarme.
Me quede quieta, esperando que me sucedieras de nuevo,
que aparecieras de repente como esa primera noche.

Que me dijeras algo, que yo te contestara.
Y preguntarte que por qué hoy no estás, si ayer sí estabas,
pero ni tú sabías la respuesta.

Y llegó la noche y me dijo que no te esperara, que no vendrías hoy.
Y me negué y te busqué en tus letras, te busqué en canciones, te busqué en mí.

Pero no te encontré.

sábado, 9 de julio de 2011

Es bien raro

Ayer medité en lo que es el amor, y llegué a la conclusión de que es bien raro. La gente ha cambiado tanto, el mundo y las costumbres que ya es difícil determinar qué es amor y qué no es. O más bien, es difícil adaptarse a la  contraria perspectiva del amor que tenían las películas de los cincuentas.

Ahora amor significa besarse con alguien en un bar y pasar a su auto y tener un buen rato, aunque no sepas ni cómo se llama, sin tener nada en común que un interés carnal. Ser un pasatiempo sin profundidad.

Yo me pregunto dónde quedaron las miradas coquetas, el tomar de la mano a alguien en una reunión, sin que los demás lo noten, el que te priven de un beso en la primera cita aunque te mueras de ganas, pero por llevar un proceso de conquista, el que te manden flores o te escriban algo bonito en el espejo evaporado del baño mientras tomas una ducha  ¿Dónde?

Una vez, un profesor nos contó a la clase que en su época, en su pueblo, había un parque donde la gente se iba a conocer. Sabías que una mujer quería ser conquistada porque usaba su mejor vestido y los hombres que pretendían conquistarla, llevaban peinetas bonitas, para regalárselas. Era como un cortejo de aves, donde rodeaban una plaza hasta que sin querer y más bien a propósito, se encontraban de frente. Y ellos le regalaban la peineta, pero ella escogía al hombre que más le gustaba y se ponía la de él.

Ahora hacen falta unos tragos, un baile provocador y una urgencia por vivir para sentirse "querido". ¿Seré yo o será la época? Y es que a mí me gusta que me miren bonito, y que me aprieten la mano, que me manden notas por debajo de mi puerta, que tengamos algo más en común que ser humanos, compartir un buen libro o un buen café, caminar por las calles solo por el placer de hacerlo, que sepan cómo me llamo y yo saber quiénes son.

Ahora hasta lo cursi está mal visto. A veces dan ganas de quedarse solo para no amargarse más, tachando a un mundo lleno de idiotas o de inmaduros, y que te tachen a ti de aburrido o pesimista . Yo que sé. Pero como dijo  un amigo: "Somos seres cursis", somos seres que regalan peinetas en las plazas o seres que las reciben por las ganas de querer y ser querido. Solo que a casi todo el mundo ya se le olvidó.

Tal vez estoy loca, tal vez algún día el romanticismo será una enfermedad psiquiátrica y entonaremos éste tango, con camisas de fuerza y corazones aprisionados. Yo solo espero mi peineta.