lunes, 27 de junio de 2011

Salidas que son paredes

Siempre he querido ser normal, pero no puedo. Tengo esa vida trágica que vende libros, pero que nadie quiere vivir, que la miran de lejos y dicen "mira, cómo ha crecido". Que me echan suspiros y me admiran por algo que no deberían de admirarme. Que piensan que pobre de mí, que soy frágil, pero no lo demuestro.

Y es que en realidad la normalidad no es algo mío. No me gusta ser quien soy, pero si no fuera yo, tampoco sabría quién quiero ser. Y he llorado tanto, pero también me he reído. Y he crecido escuchando cosas y tapándome los ojos para que no me duela lo que no quiero ver.

Y cuando me caigo, siempre me levanto, aunque me tambaleo al principio, sigo con paso firme y tratando de no ensuciarme más la ropa de lágrimas y lodo. Y me acomodo los zapatos y me sacudo el cabello por si me han caído ramitas. Y camino casi siempre sin mirar a nadie, miro al suelo para ir más rápido y sin tratar de pensar demasiado en lo que pueda pasar al doblar la esquina o al cruzar ése semáforo en rojo.

A veces me meto las manos a los bolsillos y las aprieto, rogando que nadie me mire y me diga que soy frágil, que pobre de mí. Blablabla, como si 'lástima' fuera mi apodo. Pero no, ni yo me tengo lástima, y es que a veces me duelo, pero me duelen más las cosas que me han sucedido sin que tuvieran que sucederme todavía.

Y como siempre, yo me busco mis problemas y yo soy quien debe arreglarlos, pero cuando los arreglan por mí me molesta, porque ¿qué hago, sino conformarme? Y si los arreglan mal, es peor, sentirse inútil mirando nada más como le llevan flores al fracaso que te correspondía a ti rescatar. 

Y siempre mis grandes problemas huelen bien y por lo general tienen una bonita sonrisa. Y aunque sé que será un problema, saludo al extraño problema y me le acerco y le sonrío, sabiendo que pronto me voy a hundir.


--Hola
--Hola
(...)

miércoles, 8 de junio de 2011

Por qué es malo salir con drogos de C.U

Era un Viernes de Octubre y hacía calor. Nos fuimos a perder a Ciencias, mientras jugaban futbol los profes buenaonda contra los cholos. Olía a mota y hippies.

Él sacó mota y me preguntó si quería, y acepté porque aunque no quieras, la mota nunca se niega. NUNCA, les digo. Me dijo que aprendiera a diferenciar la mota buena de la mala, porque la mala tiene hierbas y la buena semillitas padres, o algo así. Él tenía de la buena.

Sacó una manzana de su mochila y me enseñó a meterle mota. Dijo que así se fuma la mota en la calle, mientras caminas, porque parece que comes manzana. Ingenioso el drogo. Después, fumamos. Y como siempre, no me pego bien.

Me dijo que fueramos por cerveza, para acompañar la mota. Y fuimos y nos besábamos, medio drogados. Y regresamos a las Serpientes en el Espacio Escultórico y nos subimos a lo más alto, donde había más drogos y gente con cerveza.

Nos medio conocimos. Los dos psicólogos, él vivía solo y ya iba a acabar la carrera. También me dijo que le gustaba drogarse y mucho, que tenía mota, LSD, extasis, heroína y demás cosas padres para el alucine. Él hablaba mucho, pero no recuerdo qué más decía porque en mi cabeza solo pensaba que era muy guapo y que estaba padre estar con él en las Serpientes, tomando cerveza. Y nos tomamos de la mano y nos besamos otra vez.

Y así pasó la tarde, hasta que cambiamos de escenario a un jardín cerca del Universum. Lalalala, qué felíces por la mota. Y por los besos. Y él qué guapo, con su saco rojo y sus gafas oscuras. Se llamaba Eduardo, pero quería que le dijera Edu. Cada vez que yo decía algo padre, él decía "tsuuuuuu" o algo así, en señal de aprobación, como cavernícola, pero en guapo. Y en saco rojo.

Estábamos en el jardín, revolcándonos en el pasto. Me dio velitas de gelatina que traía en su mochila y decía que todo estaba bien padre y yo decía lo mismo. Y nos besamos otra vez. Me dijo que le gustaban mis ojos 

Y nos empezamos a abrazar fuerte, y a despeinarnos y a comer velitas. Todavía teníamos cerveza, así que nos pusimos bien felices. Y cayó la noche y nos besamos más intenso y bebimos más.

Ya ibamos de regreso y me acordé que tenía lunetas, para completar la felicidad. Y comimos lunetas camino a la parada del camión y de repente nos abrazábamos y nos besábamos bien padre. Nos mirábamos a los ojos, aunque no se veía nada por la oscuridad, pero sabíamos que nos estábamos mirando y nos decíamos cosas bonitas.

Y llegando a la parada, me dijo que tenía algo para mí. Pero no era mota, ni manzana, ni velitas. Era amor. Y me abrazó y me dio una paleta de chocolate en forma de rosa, de color morado. Y una notita, pero me hizo prometer que no la leería hasta que estuviera sola.

Entonces nos despedimos y no prometimos vernos nunca. Fue bonito.

Y llegué a mi casa y leí su nota. Era un cursipoemadrogado escrito por él con sus drogadas manos y hasta eso estaba bonito. Pero le falló una cosa: Puso Ema en lugar de Eva. 

No le volví a llamar, qué oso decirle que no me llamo Ema, que me llamo Eva y que me entendió mal en todo el día que estuvimos juntos.

Y por eso es malo salir con drogos de C.U, porque no recuerdan ni como te llamas.


Poema cursidorgado.

Poema cursidogrado visto desde atrás.

Hola EMA >:(
PD: Ojalá tuviera fotos del drogo en saco rojo, pero tampoco.