sábado, 9 de julio de 2011

Es bien raro

Ayer medité en lo que es el amor, y llegué a la conclusión de que es bien raro. La gente ha cambiado tanto, el mundo y las costumbres que ya es difícil determinar qué es amor y qué no es. O más bien, es difícil adaptarse a la  contraria perspectiva del amor que tenían las películas de los cincuentas.

Ahora amor significa besarse con alguien en un bar y pasar a su auto y tener un buen rato, aunque no sepas ni cómo se llama, sin tener nada en común que un interés carnal. Ser un pasatiempo sin profundidad.

Yo me pregunto dónde quedaron las miradas coquetas, el tomar de la mano a alguien en una reunión, sin que los demás lo noten, el que te priven de un beso en la primera cita aunque te mueras de ganas, pero por llevar un proceso de conquista, el que te manden flores o te escriban algo bonito en el espejo evaporado del baño mientras tomas una ducha  ¿Dónde?

Una vez, un profesor nos contó a la clase que en su época, en su pueblo, había un parque donde la gente se iba a conocer. Sabías que una mujer quería ser conquistada porque usaba su mejor vestido y los hombres que pretendían conquistarla, llevaban peinetas bonitas, para regalárselas. Era como un cortejo de aves, donde rodeaban una plaza hasta que sin querer y más bien a propósito, se encontraban de frente. Y ellos le regalaban la peineta, pero ella escogía al hombre que más le gustaba y se ponía la de él.

Ahora hacen falta unos tragos, un baile provocador y una urgencia por vivir para sentirse "querido". ¿Seré yo o será la época? Y es que a mí me gusta que me miren bonito, y que me aprieten la mano, que me manden notas por debajo de mi puerta, que tengamos algo más en común que ser humanos, compartir un buen libro o un buen café, caminar por las calles solo por el placer de hacerlo, que sepan cómo me llamo y yo saber quiénes son.

Ahora hasta lo cursi está mal visto. A veces dan ganas de quedarse solo para no amargarse más, tachando a un mundo lleno de idiotas o de inmaduros, y que te tachen a ti de aburrido o pesimista . Yo que sé. Pero como dijo  un amigo: "Somos seres cursis", somos seres que regalan peinetas en las plazas o seres que las reciben por las ganas de querer y ser querido. Solo que a casi todo el mundo ya se le olvidó.

Tal vez estoy loca, tal vez algún día el romanticismo será una enfermedad psiquiátrica y entonaremos éste tango, con camisas de fuerza y corazones aprisionados. Yo solo espero mi peineta.




8 comentarios:

  1. Y yo me pregunto: ¿Acaso esas personas serán felices? y me lo puedo preguntar mil veces, hasta que recuerdo que el mundo está lleno de insensatos y vuelvo a preocuparme en regalar peinetas y a cortejar, cual ave en primavera. No sé qué es de la vida de las personas que no son cursis. Vacíos. No sé. Incapaces de expresar alguna señal mínima de sentimientos. El problema con la humanidad es que, al contrario de nosotros los cursis, ven los sentimientos como debilidades. ¿Sabes algo? Ser débil es mi fortaleza. Algo. Hola, Eva.

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  2. No podría estár más de acuerdo, dónde quedaron las historias de amor, los modales, el lenguaje y el cortejo de aquellas épocas. Al grado de que a quienes aún esperamos 'nuestra peineta' nos tachan de cursis.

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  3. Es el mismo amor sólo que del futuro, pasear a carro, bares, antros, etc.
    Hace años el mismo amor se encontraba pero en caballos y vestidos elegantes, peinados y miradas coquetas, como tú dices.
    Tiene que actualizarse señorita Isabelle.
    PD: Siempre te leo.

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  4. Lo bueno es que quedamos los clásicos. Sí, los clásicos que regalamos gardenias y miramos el iris de sus ojos.
    Te quiere, tu profe consentido.

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  5. Benditos los cursis si por cursi se toma mostrarse vulnerable, expresar los sentimietos, ver a alguien a los ojos y decirle "te amo".

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  6. Soy cursi. Creo y confío en el cortejo, en los beso ganados, en la conquista.
    Confío en que así suceda.
    Seré anacrónica, pero con suficientes ilusiones para seguir creyendo.

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  7. Escribia J. Pacheco en Las Batallas que el amor es algo raro donde lo normal es el odio.

    Y no es asi

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  8. Y ya pasaron casi 2 años desde que comenté esta publicación. He de confesar que recuerdo esta entrada cada que quiero escribir algo en mi blog. (Qué ridículo todo lo que puse allá arriba). Amor eres tú, Evi.

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