jueves, 30 de septiembre de 2010

Su primera vez


Y ahí estaba ella, ansiosa, esperándolo. Sus largos cabellos rodaban por sus hombros, terminando en pequeños rulos color azabache. Tenía las manos frías aunque el clima no era muy frio. Se preguntaba qué sería lo que pasaría.

Esa tarde se había preparado como nunca, él le pidió que viniera hermosa, que se pusiera ese labial rojo que por meses había saboreado, que fuera sola y preparada porque sería su primera vez.

Ella había practicado frente al espejo sus palabras, se había puesto serena y trataba de imaginar cómo es que sucedería todo: una charla breve, un abrazo, un beso, una caricia invitándola a conocer un mundo nuevo, un trayecto corto hasta el sitio, sin duda tomaría fuerte su mano y ahí empezaría el climax.

Se levantó. De solo pensar en eso se estremeció, no pudo contenerse y agito un poco las manos, desesperada, ansiosa, impaciente. Quería verlo.

Habían pasado de las seis de la tarde, ella llegó antes, siempre llegaba antes. Ya llevaban siete meses saliendo, era momento de dar un gran paso, algo que marcara su relación, algo que jamás olvidarían.

Había pasado media hora de retraso cuando él llego, tan tarde como siempre. Llevaba su típica gabardina oscura y su paragüas previniendo la tormenta que se aproximaba. Se veía tan bien, tan misterioso.

Ella lo miró de lejos y le hizo un gesto con la mano. Sentía como el tiempo transcurria lento y todo el valor del que se había armado se le escurría por los dedos. Estaba pensando qué sería lo primero que diría o lo primero que haría. ¿Lo besaría? ¿Lo saludaría? ¿Lo apresuraría? ¿Tomaría su mano? ¿Lo invitaría a sentarse?

Él iba a paso lento, pero firme. Con una mano sostenía el paragüas mientras ocultaba la otra dentro de uno de los bolsillos de la gabardina. Cuando ella le hizo la seña, él movió la cabeza como reconociendola. En su cabeza pasaba solo un pensamiento. Él ya era todo uno experto, no tenía de qué preocuparse. Lo había hecho tantas veces que no sentía ni pizca de nervios. Estaba listo.

Punto de reunión. Treinta y cinco minutos después de la hora acordada. Él se disculpó, tenía un asunto pendiente. Ella no le dio importancia y lo abrazó. Él sintió cómo temblaba debajo de su brazo a pesar del abrigo tan acogedor que llevaba puesto. Ella se separó y lo miró a los ojos, indicando que estaba lista. Él entendió su mirada y dijo:

-Terminamos

Una tormenta de sentimientos la invadió. Ella estaba confusa, perturbada, triste, desesperada. No entendía. Él le había dicho que sería su primera vez. Ella se puso su mejor ropa, su mejor lencería, se preparo mentalmente, lo imaginó todo, se ilusionó. ¿Él había roto su promesa?

No. Era la primera vez que a ella le rompían el corazón. Él lo sabía porque había sido su primer novio. Él ya era un experto, un hombre de veintisiete años, ella una niña de veintiuno. Él también se había preparado: la había citado en el lugar típico donde terminaba sus relaciones, se había puesto la misma ropa que usaba cuando enterraba ilusiones, había llegado tarde como todas las veces que había dejado a una mujer con el corazón roto, habían pasado los mismos siete meses que en todas sus breves relaciones, le había pedido a su pareja que se viera atractiva como les había pedido a sus anteriores parejas para disimular su tristeza, había escogido un día lluvioso como en todas sus rupturas para que las lágrimas de ellas se confundieran con las del cielo.

Ella lo miró, no pudo pronunciar ni una sola palabra antes de que él acelerara el paso. La lluvia comenzó a caer mientras ella lloraba y se mojaba. Lo vio partir y con él sus fantasías.

Él se iba tan normal como había llegado. Había cumplido su cometido. Él se encargaba de las primeras cicatrices en los corazones de las mujeres. Era su oficio, su vicio, su placer.

Ella quería sexo, él quería dolor. Ella quería placer, él quería lágrimas.

Mientras se marchaba sacó una hoja de su gabardina y anotó el nombre de ella junto con una palomilla. Tenía ya catorce mujeres en su lista, todas vírgenes de rupturas. Mientras caminaba, buscaba con la mirada a su próxima víctima.

9 comentarios:

  1. Impactada. Qué bonito momento me has hecho pasar. Sentí la nostalgia en mis papilas gustativas.

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  2. me gusto mucho,pero tambien me hizo llorar. me hizo recordar,mejor dicho me hiciste recordar...

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  3. nadie se espera que su primera vez sea asi, pero los gestos abandonan ante la primera gota de dolor...

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  4. Ohh, vaya que cuando una es más ingenua de lo que es ahorita no prevemos lo que está a punto de pasar. Me vi reflejada. Muy buen relato. Gracias por compartir.

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  5. Qué grato toparme con tu blog, tu diégesis tendría mucho que enseñarle a los de letras, psicóloga escritora.

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  6. Me parece que hubiera estado bien que le dieras más énfasis al personaje masculino, no tanto como a ella. Sí, es cierto que le rompen el corazón, es sólo un daño de lo que a mí me atrae de tu escrito: él.
    Sentí que algo me faltó.

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  7. Olá Lucy, estava twitando por aí quando encontrei seu twitter, e esse blog aqui. Sei que talvez você não esteja entendendo tudo que está escrito aí, e precise do tradutor do google; eu também usei para ler fabrica de mentiras piadosas:), mas eu quero te elogiar pelos posts e pelo blog. Você escreve muito bem, parabéns! Gostaria que mantessemos contato pelo twitter, o meu é @EbertVieira , sou do Brasil, e já te sigo. Obrigado pela atenção, beijos.

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  8. Esta super bien redacta tu obra me gusto con el climax y todo "Ella lo miró, no pudo pronunciar ni una sola palabra antes de que él acelerara el paso. La lluvia comenzó a caer mientras ella lloraba y se mojaba. Lo vio partir y con él sus fantasías" esta increible esta parte me gusto el tema de tu pequeña obra , Excelente

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  9. muy buen blog!! Di por casualidad!!
    Un saludo!

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