Te conocí hace años, cuando yo tenía 5 y tú 48. Al principio solo me agradabas, pero después me gustaste. Con tus palabras me enseñaste cosas que a mi edad desconocía y que hoy a mis 21 todavía no aprendo por completo.
Han pasado dieciséis años desde nuestro primer encuentro y hoy todavía me gustas. No soy celosa, me gusta que otros te admiren como yo lo hago, que aprendan de ti y te besen con la mirada.
Te perdí, pero hoy te encontré por casualidad en una de las situaciones más trágicas en la que alguien como tú puede hallarse.
Los libros siempre son un refugio del mundo, pero tú eres un mundo donde no hacen falta refugios de ti mismo.
Te quiero, por siempre en mi librero...